martes, 11 de abril de 2017

Martes Santo de Lágrimas.

Y al fin es Martes Santo.






Y llegó el día, un año más. Un nuevo martes de Lágrimas.

El largo viaje de Nuestra Madre buscando a su hijo, nuestro Señor, que aguarda dentro de Santa Isabel de Portugal. Un martes más para llegar a cristo , por María.

Un martes más se teñirá Zaragoza de sur a a norte , de morado y blanco.

De insinuantes eses cargados, de eses surcando las calles , las eses silbantes como cuando dices " seguro que así se hacía antes" . Como las de las Lágrimas de Nuestra Señora surcando sus mejillas. Esas lágrimas que no saben a sal, sino a cristal sopladas en la fragua de Vulcano, donde nace el dolor, llenas de pena y amor, saben  esa desesperación sabida de la que ha visto perder la vida a su hijo y no guarda rencor.

Un año más contra el viento y las modas que quisieran tumbarnos.


Hoy los hijos del viento saldrán a la calle , a golpear con sus mazas y baquetas y llamar con sus corazones a las mismísimas puertas del cielo, para clamar ante el mundo entero que  su ruido es la forma que tiene este pueblo de rezarle a Jesús, el  que fuera nazareno.
Hoy el cierzo se llevará los sones y los esparcirá por los rincones de la ciudad que quiero.

Hoy,  y el Jueves Santo, los hijos de aquellos Luises cumplirán con honor lo que prometieron.
Sacar a la calle los misterios para que recen aquellos que nunca antes quisieron, o a los que se les olvidó hacerlo, es la misión.

Y aquí de nuevo Cirineo para ayudar con ello , ayudar a mis hermanos y hermanas, los hijos del viento. Honrados cofrades del valle del Ebro.













miércoles, 5 de abril de 2017

Sangre, General, y un cuaderno.



A las puertas de la Semana
que todos esperamos,
para llamar otro año más.
Cuatro centenas quitando las cadenas
 de las puertas del alma ,
procesionando y manteniendo,
peleando, recogiendo cuerpos,
balas esquivando.
Enseñando a rezar en la calle,
 Inmensa labor pastoral,
la que viene haciendo,
La Sangre de Cristo en Zaragoza,
desde hace cientos.


Una silla de madera, plegable que había costado dos boletos de nosecuantas pesetas. los boletos eran verdes, como de esos del cine. Un pirulí de caramelo, al lado de mi abuelo, sentado, esperando.
Tenía un cuaderno de notas, que "blog" llaman ahora, de espiral, octavilla y cuadros. Un bolígrafo bic que no era ni naranja ni de cristal, era de propaganda. Calor. Viernes Santo y yo era niño. Plaza del Carbón. Eran los años  80 . Dibujé , y escribí todo lo que pasó delante mío aquella tarde, y lo que no me lo inventé.
Delante nuestro se aparecieron todos los misterios de la pasión, muerte, más muerte, y resurrección de Cristo nuestro señor. Claro, era la General.
Después, cuando lo contara en Jaén, me dirían que en Úbeda también la hay, pero no tan grande, remataba. Porque está aquí, en mi cuaderno, lleno.
Pintaba los estandartes, colores de los hábitos, instrumentos, describía los pasos. Y por fin tenían orden. No entendía por qué un lunes pudiera ver un crucificado si murió un viernes. La Cena el miércoles, no? Con, el Huerto, y Preso y azotado el jueves, ya de madrugada lo llevaban al Calvario, donde el Cirineo le ayudaba. Pero ahí estaba el orden.

Y por último, una cama. La gente en pie para ver al Señor de Zaragoza, que no era el hombre que saludaba con la mirada, media sonrisa y llevaba una banda roja cruzada con el escudo de la Muy Noble y Muy Heróica.
El señor de Zaragoza iba postrado en una cama, con manta. Amorosamente acostado y cubierto, como sólo una madre puede hacer cuando tapa al hijo febril una noche de invierno.
Unos hombres de negro, lo protegían. Y esa imagen helaba la sangre, porque infundía respeto por si misma . Respeto y silencio.
Ese hombre estaba ahí, humano, muerto.
No oía los tambores, Él seguro que sí.

Y prometí acompañarle un día . Mi abuelo, jiennense, me dijo que si acompañaba al Nazareno de mi pueblo era lo mismo, que eran la misma persona. No lo entendía. Ni yo.

Este Viernes Santo le acompañaré por primera vez, treinta años después. Desde el misterio del Descendimiento, que sacaran los Luises años ha, protegidos por la multitud, de la multitud.

Ya no hay ni abuelo, ni cuaderno.

Pero hay "blog".

Y cuando todos nosotros no estemos si quiera, Él seguirá ahí en su cama . Sus Hermanos custodiándolo.

 Helando la sangre para hacernos pensar a todos.

Escuchando el eco de los tambores, que suenan porque esta Hermandad originó esta pasión de la que disfruta la inmortal Caesaraugusta.

 Ellos son   La Sangre de Cristo.




lunes, 3 de abril de 2017

Medallas, Hermanos y palabras cedidas


 Tenía pensado escribir algo sobre la cremonia de imposición de medallas, y en la cual se me aceptó como Hermano del Descendimiento.

Lo curioso es leer a un hermano que también estuvo en esa ceremonia, y ha escrito algo en su Facebook que describe a la perfección, palabra por palabra, lo que allí sentimos.
No hay mejor manera que reconocerlo pidiéndole permiso para pegar esas palabras aquí, en Cirio y Cirineo, y de esta forma compartirlas con el mundo.

El Hermano Cofrade se llama David Mármol, y entre otras cosas, es un fantástico fotógrafo.

Gracias David, gracias Hermanos del Descendimiento.


Foto, David Mármol






"La medalla en mis manos pesaba demasiado. Puesto en pie, en el banco de la Iglesia pasan mil cosas por la cabeza.
¿Que hago yo aquí rodeado de extraños? ¿Seré digno? ¿Tendré fuerzas para llevar con orgullo el nombre de mi cofradia? ¿Me aceptarán con cariño o seré ignorado?
En definitiva ¿Es esto para mí?; cuestiones que estaban muy claras hace escasos minutos volvían a mi cabeza para atormentarme.
Miro a mi derecha y veo un hombre maduro; está tranquilo, sereno, paciente, me da fuerza verle así. Miro a mi izquierda y veo a una mujer joven con dos preciosas niñas; las tres felices, con ilusión y me hacen sentir alegría de compartir ese momento con todos.
Poco a poco se va desgranando la lista de nombres y de repente escucho el mío. La visión se me vuelve borrosa; se lo que hay que hacer. Me levanto y acudo delante del altar, voy como en una nube, siento pena por quienes no están a mi lado y una inmensa gratitud por quienes me han de acompañar en este momento único y especial.
Noto dos manos en mis hombros y levanto la pesada medalla y alzo la vista.
De repente veo la sonrisa sincera del cura dándome la enhorabuena. El abrazo y los apretones de manos del los dos hermanos que le acompañan y que también me felicitan.
Doy la vuelta de regreso a mi puesto y se va aclarando la vista, la cabeza se centra y de repente la pesada medalla que era una carga... cuelga de mi cuello con ligereza. Todos los pensamientos que nublaban mi mente ya no están.
Soy un hermano del Descendimiento, yo lo he elegido, siento que es algo bueno y que sin duda me hará mejor.
La medalla en mis manos era muy pesada, ahora, sobre mi cuello; la siento ligera y me da fuerza.
Al entrar he visto grupos de amigos, familias, conocidos en grupos... y me he sentido solo, pequeño. Al salir era distinto, era un amigo, un hermano, un conocido más.
Gente que no me conoce de nada se han acercado. Me han dado dos besos y me han dado la bienvenida; gente que no saben nada de mí pero que me aceptan, como uno más sin pedir nada y ofreciendo todo.
Gracias de corazón a TODOS por acogerme en esta familia."