lunes, 5 de mayo de 2014

Firmas amigas II (La Semana Santa de un neófito)

Vamos cerrando el ciclo "bloguero"  de este fructífero 2014, y antes de encerrar en la casa de hermandad el blog hasta el año que viene, me gustaría dejaros otro escrito que me ha mandado uno de mis grandes amigos, David Díez, conocido en las redes sociales como El Toro de la Jota , autor del afamado blog del mismo nombre. Gastrónomo, ingeniero, torista, futbolero sufridor y desvirgado semanasantero.

Para mi es un honor mostrarles las impresiones del que abre la puerta de esta antigua tradición y expresión cultural y religiosa, y más aún si el que firma, es esta persona, David Díez.






" La Semana Santa de un neófito.

Lo confieso. Me da cierto rubor escribir en Cirio y Cirineo. Porque soy un neófito en la materia. La jindama de no estar a la altura de tan reputada bitácora en cuestiones de Pascua. Y eso, a pesar de que mi buen amigo Norber, cofrade del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores en Alcalá de Henares, me dijese el otro día que este año me veía muy “capillita”.

He de reconocer que cada año que pasa me interesa más la Semana Santa. La empiezo a sentir. A vivir. Incluso a emocionarme en determinados instantes. Uno de estos momentos especiales surgió de casualidad, el Domingo de Ramos, en la angosta calle Diego Dormer, donde sentí trasladarme al mismísimo barrio de Triana. Palpar una de esas escenas que tantas veces he visto en la televisión. Desconocía por completo que existe una cofradía en Zaragoza, la de la Humildad, que guarda en su ADN la tradición andaluza de los costaleros y la música de cornetas y trompetas.
Confieso que lo mío con las trompetas es como una ensoñación. El anhelo utópico de saber tocar la trompeta. Me encantaría. Eso, y cortar dos orejas en Las Ventas. Son mis dos fantasías terrenales. Y por ello, seguramente, ese instante de ver a la Virgen bajo un palio ornamentado trasportarse por aquella estrecha calle al son de cornetas y trompetas hizo, por un momento, sentir algo parecido a lo que deben sentir devotos y cofrades.

El martes, una tarde veraniega y mi propia curiosidad fue suficiente para programarme una sesión vespertina de procesiones en el entorno de mi casa. Elegí ver la salida de La Piedad desde la Hermandad del Refugio para posteriormente, ya echada la noche y bajo la recomendación de mis amigos Miguel y Antonio, acércame a la Parroquia del Carmen para conocer cómo sale la cofradía del Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica. De la primera me quedo con su austeridad y sobriedad, de la segunda con el compás, y no sólo de sus tambores y bombos, también el de sus cofrades descendiendo en ordenadas filas las escalares de la iglesia con una coordinación casi marcial al son de la percusión. Muy bonito.

Algún encuentro más, casuales la mayoría, con procesiones que recorrían el centro de Zaragoza durante el Miércoles y Jueves Santo, mientras, recibía comunicaciones de otros amigos, cofrades, estos sí, desplegados por la geografía española. En Sevilla estaba Juan, quien me anunció que este año su estación de penitencia sería de trece horas andando descalzo por las calles de la capital hispalense junto a su cofradía de San Benito. Él sí que es un capillita. Y muy buena gente, por cierto. Y Rafa, el hermano mayor de Cirio y Cirineo, pero de su semana de Pasión por Jaén seguro que os tendrá bien informados en este mismo blog.

Junto con mi novia, hermano y cuñada, organizábamos nuestro particular viernes santo. Para vivir la Pasión de Cristo decidimos viajar hasta el Bajo Aragón. Cuna del tambor. Y bajo el reclamo de la más famosa rompida de la hora, madrugamos para ir a Calanda. La localidad que vio nacer a Luis Buñuel. Después de Paco, el de los toros, el más grande artista que ha dado Aragón. Calanda es la única rompida de la comarca que no se celebra en la noche del jueves santo. Y he de confesar que, más allá de la multitud de cofrades y visitantes que allí paraban y del estruendo provocado por mazas y los palos golpeado bombos y cajas, me dejó un poco frío. Creo que Buñuel tiene mucho que ver en su notoriedad. Dada la cercanía, aprovechamos para visitar a unos amigos que pasaban las vacaciones de Semana Santa en Alcorisa. Y gracias a esta casualidad pudimos disfrutar del Drama de la Cruz, magistral representación de la Pasión de Cristo en la que intervienen más de trescientos lugareños entre extras y actores. Allí se representan, dividas en tres escenarios, muchas de las escenas de los últimos días de Jesucristo. Desde la llegada a Jerusalén hasta la Crucifixión. La interpretación es amateur pero les aseguro que, por momentos, crees estar viviendo hace más dos mil años. Animo a todo el mundo a verlo alguna vez.




El sábado, asistí a la Vigilia Pascual en los aledaños de la Basílica del Pilar como previo a un encuentro con mis amigos, y el domingo, el domingo pensaba en todas esas personas que les mueve su pasión por la Semana Santa, en sus razones, o en sus creencias. O incluso en sus tradiciones. Y en que no somos nadie para cuestionarlas. "






( Todas las fotos adjuntas al post son de la autoría de David Díez )



                                 














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